¿Cómo reducir el impacto del amoniaco en el ambiente y la salud humana?

Por décadas la agricultura ha sido la base de la seguridad alimentaria, la economía de las regiones y el desarrollo rural del mundo. Para potencializar los cultivos, en los últimos años se ha implementado el uso de soluciones nutricionales a base de nitratos que reintegran los macronutrientes al suelo e incrementan el rendimiento y la calidad de los alimentos.

Estas soluciones, al igual que otros fertilizantes nitrogenados, están compuestos por amoniaco, un elemento en forma de gas incoloro que se extrae del nitrógeno (N) del aire y por medio de un proceso industrial se combina con hidrogeno (H), generando algunos productos finales como: amoniaco anhidro, urea, UAN, nitratos de amonio, entre otros.

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A pesar de que se ha evidenciado que las emisiones de amoniaco (NH3) generan un impacto en el ambiente, definitivamente el problema no es este compuesto, sino su concentración en altas cantidades – las cuales pueden llegar a afectar los ecosistemas, la calidad del aire y la salud humana.

La liberación de amoniaco al aire se genera durante el proceso de hidrólisis y es consecuencia de la aplicación de fuentes ureicas en la fertilización convencional. Cuando se aplican soluciones basadas en nitratos, la hidrólisis no ocurre, pues el nitrógeno ya se encuentra disponible en la forma que prefieren y absorben más rápido las plantas, reduciendo las emisiones de amoníaco y, por ende, evitando las afectaciones al medio ambiente.

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Las emisiones de amoniaco se generan por diversas prácticas que causan un impacto global. En el caso de América Latina, los niveles son considerados de mediano alcance, debido al aumento de la producción agrícola a lo largo de los últimos años. Por el contrario, en algunos países europeos como Holanda, Francia y Alemania se refleja una alta densidad de NH3 a causa de la ganadería y la fertilización con estiércol animal.

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En consecuencia, los índices de smog en las ciudades reflejan un crecimiento y los suelos presentan una variación del PH, lo cual trae consigo la posible alteración de las especies que habitan los ecosistemas. Sin embargo, las emisiones de amoníaco no inciden de manera directa en el cambio climático.

Para finalizar, utilizar fuentes de nitrógeno más eficientes en los cultivos, tales como los fertilizantes a base de nitratos, generará menos pérdidas de NH3 por volatilización y, por ende, contribuirá con la reducción del impacto en el ambiente, el clima y la salud humana. Por eso, como Productores Para El Futuro, tenemos la posibilidad de elegir y ser conscientes de nuestras prácticas nutricionales, para que las próximas generaciones tengan un mejor mañana.

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